LA HELADERA
SUECA
DE FERNANDO
BUTTAZZONI- DIRECCION ALVARO AHUNCHAIN- ESCENOGRAFIA Y VESTUARIO MARIA
FERNANDEZ RUSSOMAGNO
ESPACIO
TEATRO
Butazzoni ya
había demostrado en su célebre novela LAS CENIZAS DEL CONDOR su habilidad ( que
no todos los novelistas tienen ) de escribir diálogos fluídos que suenan
reales, y construír personajes con una hondura sicológica, una vida propia que
los hace no ser meros instrumentos de la línea narrativa.
Eso
ocurre con mucha mayor razón aquí en que
la línea narrativa es precisamente el enfrentamiento de las personalidades de dos hermanos que hace 20
años que no se encontraban, que a la vez se conocen y desconocen y que en una
relativamente breve conversación de una hora sacan a lucir sus secretos más íntimos
y traen a luz las heridas que el tiempo y la vida les han infligido.
Arturo, el más
joven, ha emigrado a Suecia donde ha enviudado
y ha tenido que luchar contra la soledad, que lo ha colocado muy cerca de la
muerte y que él ha logrado mitigar creándose una compañía que existe sólo en su
mente : la de la heladera del título.
Su hermano Francisco,
que descubre con escándalo y preocupación esta situación , es un próspero
abogado de empresas más bien
especializado en asesorarlas sobre como no pagar impuestos. Pese a la fortuna
que tiene su vida no es todo felicidad : su esposa lo ha dejado, luego de cornearlo
con su mejor amigo, sus hijas lo odian y las ve rara vez. A lo largo de la obra
descubriremos que él también ha necesitado crearse una fantasía , pero con una
diferencia fundamental : la de Arturo es
para sí mismo, la de Francisco es más
bien ante terceros, para vender imagen, ser respetado, ganar más.
Como ya dije
los diálogos son excelentes , presentan con toda profundidad a sus personajes
pero al mismo tiempo mantienen el interés del espectador, con algunos momentos
inclusive de muy buen sentido del humor.
Ha tenido
suerte con el equipo, con una dirección muy atenta a cada giro del texto,
precisa y un notable trabajo de los dos actores ALVARO ARMAND UGON y LEONARDO
LORENZO.
El de Lorenzo
es un personaje más jugado, que exterioriza más sus emociones y está
magníficamente servido por una actuación intensa y emocionante. El de Arnmand
Ugon es más interior,más cerrado en si mismo y el actor logra un gran trabajo
intelectual con la sensibildiad menos visible a primera vista, que es fascinante observar.
Completa el
panorama de un espectáculo totalmente logrado una escenografía muy funcional que
saca buen partido del amplio espacio escénico de la acogedora sala
semicircular.
LO RECOMIENDO.
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