LA TERQUEDAD
, DE RAFAEL SPREGELBURD-
DIRECCION DEL AUTOR-
ESCENOGRAFIA
E ILUMINACION DE SANTIAGO BADILLO
TEATRO
NACIONAL CERVANES
En general
soy muy poco inclinado a hacer comentarios negativos sobre las obras que veo y
busco siempre algo para rescatar. No voy a decir que esta obra no los tenga. Algunos
de su parlamentos son brillantes , revelan un generoso dominio del lenguaje Pongo
por ejemplo toda la descripción de la hermana enfermiza de su recuerdo ( o es
una alucinación ¿? ) de la hermana caída en el pozo que su hermana menor se
negó a salvar arriesgando su vida, una historia en la que ella no sabe bien si
es la hermana caída que al final consiguió ser salvada o la hermana que se negó
a rescatarla.
Y la puesta
le ha proporcionado una impactante escenografía móvil que se desliza de una
ambiente a otro, así como un elenco que lucha con personajes imposibles y que
alcanza un gran nivel actoral en el caso de PILAR GAMBOA como la hermana enfermiza.
El problema
de la obra es que no se sabe qué es lo que pretende narrar perdiéndose en
largos discursos que producen un incontenible hastío , alrededor de varios
temas recurrentes y no demasiado obviamente conectados entre sí:
-la
invención de un nuevo idioma del tipo del esperanto y un ruso enviado por Stalin
para comprarlo y con él dominar el mundo
-la lucha
entre los fascistas y los republicanos y una lista de campesinos que van a ser
ejecutados, que los luchadores republicanos pretenden rescatar-
-el tormento
de la hermana enferma cuya confusión mental es aprovechada por el sacerdote que
la atiende para abusar sexualmente de ella cuando está inconsciente.
Y alguno
otro más
Confieso que
soporté más que vi sólo los dos primeros actos con una duración superior a las 2,30 horas y que cuando me
informaron en el intervalo que el tercer acto duraba una hora más y extendería
el espectáculo hasta la media noche, habiendo empezado a las 20 hs, dije BASTA
PARA MI y seguí el ejemplo de otros espectadores que abandonaban la sala (
algunos menos educados ya lo habían hecho sin esperar el intervalo )
Como en esas
condiciones no puedo formular un juicio sobre el total del espectáculo ya que
no ví el tercer acto, me limito a reproducir el comenatario que un espectador
que no conozco colocó al pie de la elogiosa crítica de LA NACION, con la cual
en la medida en que vi una parte coincido plenamente
" ESPANTOSO ES POCO DECIR"
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La obra, si
se me permite llamarla así, empieza de manera incoherente, y de ahí va
escalando. La incontinencia verbal es agobiante, y la vacuidad de contenido
alarmante. Los supuestos acentos españoles, rusos e ingleses son risibles,
patéticos, insultantes. Una obra petulante, engreída, sin sentido. Si el autor
(director, actor, y demás condimentos del narciso) hubiese tomado algún rato
para leer sobre el tema del que presume escribir (El Instinto del Lenguaje, de
Steven Pinker, por ejemplo), habría evitado la plétora de errores e
imbecilidades que navegan la obra. El mito urbano de las 14 formas de decir
nieve de los esquimales no es más que eso: hace casi treinta años Geoffrey K
Pullum lo rebatió largamente. Este bochornoso espectáculo se aproxima más a una
obra de colegio primario que a cualquier forma de teatro. Es una pena
desaprovechar una sala con este bodrio. El programa de mano, una de las pocas
cosas rescatables, cita al autor diciendo "¿Cuántas son las cosas que
ocurren al mismo tiempo?". En La Terquedad, demasiadas, y totalmente
inconexas. Una boletería para devolver el precio de las entradas sería muy
agradable.
LINK DE LA
NACION http://guia.lanacion.com.ar/teatro/obra/la-terquedad-ob23848
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