EL PRINCIPE DE LAS PAMPAS , DE FACUNDO ZILBERBERG DIRECCION DEL AUTOR
EL LOBO ESTEPARIO
Un teatro que es bien off, un viejo edificio en la calle Medrano próximo
de Avenida Corrientes, en uno de cuyos ambientes se ha instalado una confortable
sala con un buen espacio escénico, muy bien aprovechado en la obra por las diseñadoras
FLORENCIA ESPINOSA, BRENDA PELUFFO, DANIELA TUVO que con escasos elementos de
mobiliario y unas paredes casi desnudas, logran crear el ambiente de la
acción : el living de dos adinerados estancieros miembros de la
aristocracia ganadera en un edificio decadente que traiciona la decadencia de
sus ocupantes.
De un lado tenemos
a los dos hermanos Dolores y Titino, que viven una afligente situación financiera
dado que el dinero se ha acabado, las tarjetas están bloqueadas, no consiguen pagar una deuda a
peruanos que en represalia se han instalado en su apartamento diseminado la
polución sonora de sus cumbias y el olor penetrante que lo invade todo de las
mandarinas que comen.
Del otro lado tenemos
a Máximo, que es un hipocondríaco, abúlico, que ya no sale a la calle y depende
para subsistir de su mayordomo, a quien destrata constantemente con su
desprecio. Los hermanos han concebido una operación para salir de su situación que
es convencer a Máximo de que venda su depto o sus tierras para beneficiarse
ellos mismos con comisiones y diferencias dce precios, pero pierden la batalla
frente a un inesperado enemigo.
La obra se
maneja constantemente con mucha
habilidad entre el realismo y la farsa, entre el humor y el escalpelo social, y
está muy bien escrita.
Pero la mayor
atracción es ver los trabajos excelentes de los 4 actores : CARLA APPELLA que tiene una
escena alucinante cuando derrotada y sin
esperanzas tiene que someterse a devorar mandarinas que le provocan
arcadas, FELIPE LLACH, JERÓNIMO VÉLEZ FUNES fantásticos en la
composición de los dos ricachones y FERNANDO DE ROSA, que tiene a su cargo el
papel mas difícil de la obra ya que es el que menos claramente exterioriza sus
emociones.
Vale la pena darse
una vuelta por Almagro para ver este espectáculo y de paso cosntatar cómo ha
progresado el barrio , que ahora ostenta numerosos restaurantes y confiterías,
teniendo poco que ver con el barrio al cual me mudé en 1968 cuando vine a vivir
en _Buenos Aires.
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