EL ANGEL DE LA CULPA , DE
MARCO ANTONIO DE LA PARRA, DIR. DORA MILEA- TEATRO EL PICADERO
Un inspector es enviado a
investigar un crimen cometido en un pequeño depto de un barrio elegante de
Buenos
Aires. Se encuentra con un
depto. pequeño pero decorado con extremo buen gusto, el cadáver de su
propietario un Ingeniero de más o menos su edad que obviamente no vive allí y
sentado en la cama sin camisa y en estado de shock el joven que presuntamente
lo ha asesinado,que permanecen inmóvil y en silencio, un silencio del cual sale
de tanto en tanto para caer en accesos
de llanto.
El detective de alguna manera
pierde el control sobre si mismo e inicia un largo monólogo que s e extiende
por los 70 minutos que dura la obra, en el cual afloran sus decepciones personales,
la frustración no muy alejada a la envidia que siente al ver el estilo de vida
de los demás que él con su modesto sueldo policial jamás disfrutará, los
problemas con su esposa, la violenta crisis de celos por la que pasa respecto
de su hija que se ha convertido a los 15 años en una mujer de formas exuberantes
que provoca la atraccióin y codicia de cuanto hombre se le acerca, el affaire frustrante y con final trágico que ha sostenido con una compañerita de
estudios de ella, sus relaciones con las putas a quienes protege a cambio de
servicios gratuitos, y una extensa descripción de cómo imagina ha sido el contacto
inicial del joven con su futura víctima, como esta la sedujo con su capacidad
económica, como él finalmente quiso dejarlo y el otro no lo aceptó, llevando al
final trágico.( La única frase que pronuncia el joven, sobre el final de la obra
pone en duda toda esta versión.)
Es una larga disertación
donde desfilan todas las miserias con las que su profesión le obliga a convivir
y el efecto destructor que ha tenido sobre su originalmente idealista personalidad.
Es un texto durísimo, que no
da respiro ni al espectador ni a los dos actores, donde no se sabe cual de los
dos papeles es más agotador. El del inspector, que tiene que tener todos los
matices, soportar el peso de la pieza en sus hombros pasar por todos los
estados emotivos que uno pueda imaginar, o el del joven que tiene que
permanecer mudo y en crisis emocional durante toda la obra en un agotador
trabajo introspectivo, para decir sólo dos veces la misma frase al final.
El trabajo de ambos actores
OSMAR NUÑEZ y WALTER BRUNO es notable y de
una entrega total y merecen por supuesto la cálida ovación conque el público
los recompensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario