EL FARMER, DE ANDRES RIVERA,
ADAPTACION DE POMPEYO AUDIVERT Y RODRIGO DE LA SERNA- DIRECCION DE LOS MISMOS Y
DE ANDRES MANGONE- TEATRO MUNICIPAL GENERAL SAN MARTIN- SALA CASACUBERTA
La obra se inicia con un viejo
andrajoso que en la pobreza de un rancho se desplaza con la dificultad que le
imponen sus 83 años, combate el frío con un maloliente brasero de carbón y escribe
febrilmente cartas, que su voz en off nos va leyendo y por las que sabemos que
estamos en presencia de JUAN MANUEL DE ROSAS
que en su más que austero exilio
ingés, en una choza rodeada por un pequeño campo el cual él quiso convertir en
una explotación del tipo argentino, con unos escasos ejemplares de ganado ,
aves de corral y cerdos. Las cartas van en su mayoria destinadas a antíguos
partidarios que se beneficiaron ampliamente de su pasaje por el gobierno con
concesiones enormes de tierra y que hoy viven una vida de riqueza en Argentina,
pero no se sienten movidos a socorrer a quien cuando era el poder tanto los
beneficiara.
Las cartas se entremezclan con descripciones de su vida
actual, de su poder pasado, de la noche en que subido en su caballo paseó por
una Buenos Aires totalmente encerrada tras sus rejas que le miraba pasar con
indiferencia y miedo, mientras él , derrotado en la batalla de Caseros, buscaba
el exilio en la casa del Consul Inglés desde la cual partiría pocos días
después hacia el exilio en una localidad cercana a Southampton.
En sucesivos retornos al pasado
veremos varios capítulos de la vida del Procer exilado, hasta el día en que se
independizó de sus padres contra los cuales tenía amargas quejas de castigos y
malos tratos, cambiando el apellido y renunciando a todos los bienes que recibió
de ellos y de antemano a toda herencia, hasta el presente actual en que se
siente el avance de la muerte, que sobrevendrá un par de años después.
La obra no procura tener una posición
o una interpretación de la vida de Rosas, un personaje complejo y
contradictorio : federal y unitario a la vez, nacionalista y proteccionista, pero
aliado de la monarquía inglesa después, sino dar un retrato de él desde un
punto de vista humano, personal.
Y asume la forma de una larga cantata
a dos voces, acompañada por música grabada y un violoncello en vivo. El texto
no es en verso pero lo parece, dado su estilo declamatorio y la entonación que
se la ha marcado a los intérpretes. Y por los muchos momentos en que el
personaje principal se desdobla entre los dos actores y dialoga consigo mismo.
Es un texto hermoso, emotivo, digno
de ser visto pero al mismo tiempo difícil de ver. Son 85 minutos intensos pero también
monocordes . No hay respiro en el constante tono plañidero y siendo que la obra
dura sólo 85 minutos da la sensación para quien no mira el reloj de que ha
pasado mucho más tiempo.
Los trabajos actorales de RODRIGO DE
LA SERNA Y POMPEYO AUDIVERT son descollantes. El primero interpreta a Rosas
joven , amén de toda una serie de personajes incluyendo la propia Manuelita. El
tiene que dar un dibujo preciso de la decadencia física y mental del hombre que
lo ha perdido todo y se enfrenta despojado a su muerte próxima.
Dos trabajos actorales de un nivel
poco frecuente, que no es aconsajable dejar de ver.
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